lunes, 12 de abril de 2010

Editorial: ¡Quién protege a niños y niñas de Madre de Dios!

Tenemos que levantar la voz contra la violencia y el abuso que siguen sufriendo los menores en todo el territorio
Domingo 11 de abril de 2010 - 08:12 am
En el Día del Niño Peruano, que por ley del Congreso (2002) recordamos cada segundo domingo de abril, tenemos que levantar la voz contra la violencia y el abuso que siguen sufriendo los menores en todo el territorio y exigir que se tomen medidas para frenar estos excesos.
Tal era el objetivo de la mesa redonda que organizamos hace poco, a la que asistió la titular del Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social (Mimdes), Nidia Vílchez. Allí se denunció que muchos casos se daban en el seno familiar y se propuso establecer políticas para unificar los diversos registros sobre violencia infantil y vincular a los distintos niveles de Gobierno en esta lucha.
Mientras seguimos a la espera de definiciones sobre tales propuestas, es insoslayable comentar lo que sucede en Madre de Dios. Allí, como nefasta consecuencia de la minería informal, el maltrato y la explotación contra los niños y niñas se dan a vista y paciencia de todos con indignante impunidad.
Ya lo han denunciado nuestros reporteros y lo han constatado más de una vez comisiones del Congreso, del Mimdes, la Defensoría del Pueblo y la fiscalía: miles de niños y niñas trabajan en los lavaderos de oro o son obligados a ejercer la prostitución.
Es decir, no solo se les niega su derecho fundamental a vivir y disfrutar de su infancia, sino que se los violenta física y emocionalmente, causándoles daños somáticos y severos traumas de personalidad. Si a esto se añaden las terribles condiciones de pobreza y descomposición familiar, así como los altos índices de deserción escolar y exposición a enfermedades como la TBC, pues la situación se torna clamorosamente intolerable.
Un Estado que se precie de democrático no puede aceptar tan alevosa situación. Y no solo porque contraría el ordenamiento constitucional y las convenciones nacionales e internacionales que hemos suscrito para defender los derechos del niño, sino también por una cuestión de dignidad, coherencia y justicia.
Sería un absoluto contrasentido que mientras por un lado, redoblemos esfuerzos por afirmar el desarrollo económico y la descentralización, del otro lado permitamos abusos tan imperdonables contra quienes merecen la mayor prioridad, atención y protección, por ser la población más débil. ¿Qué futuro nos podría esperar si seguimos cerrando los ojos ante estos maltratos viles que echan a perder la vida e ilusiones de tantos peruanos?
No podemos cejar en la defensa de estos compatriotas, por lo que tenemos que denunciar a viva voz tanto a los abusadores como a las autoridades que permiten esta cadena viciosa de violencia contra niños y adolescentes.
El Mimdes, junto con los gobiernos regionales y locales, sobre todo los de Madre de Dios, deben reaccionar para incluir la lucha contra el abuso infantil en sus planes y presupuestos. Es más, en la inminente campaña electoral, los ciudadanos deben exigir a los candidatos presentar propuestas para enfrentar tanto la minería informal cuanto la explotación y prostitución infantil.
Al más alto nivel del Estado tienen que implementarse urgentemente políticas de prevención y alerta, así como de sanción y rehabilitación de los maltratados. Los niños son personas con derechos humanos, tanto como los adultos, ni más ni menos, que tienen que ser respetados escrupulosamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario